Jorge tenía 27 años.  Se casó a los 20 años y tuvo un hijo a quien le puso Alberto. Tenía una carnicería.

Militaba en la Juventud Peronista. Su familia lo llamaba “Chiquito”. Era un joven de condición humilde, muy solidario y muy querido.

Empezó trabajando como repartidor de carne hasta que se pudo poner una carnicería con su cuñado, en William Morris, cerca de su casa.

Chiquito fue secuestrado por primera vez en 1976, lo dejaron en el partido de General Rodríguez, muy golpeado. Contó que fue torturado en la Comisaría de Hurlingham.

Se refugió dos meses en la casa de un tío en Pablo Podestá y luego volvió a Morris. Al año lo volvieron a secuestrar. Fue a la una de la madrugada del 19 de febrero de 1977 en Bustamante y Echeverry.

Del operativo participaron cuatro autos celestes con cuatro personas en cada uno de ellos, vestidos de civil con medias en la cabeza y bigotes postizos. También había un Fiat azul. Había gente armada en los techos vecinos. Preguntaban por Jorge, decían que lo buscaban porque había repartido un camión de carne en la villa. De la casa de sus padres se robaron de todo. La familia estuvo vigilada y perseguida al menos por un año.

Esta es la historia de un militante, que como tantos, continúa desaparecido.

El pasado 21 de diciembre, en horas de la tarde, la Comisión de la Memoria, Verdad y Justicia de Hurlingham, rindieron homenaje a Chiquito Garay, con la ya tradicional colocación de una baldosa en Echeverry y Bustamante, de William Morris, la misma esquina en la que miembros de la Dictadura Cívico Militar, lo secuestraron hace 37 años.